Bienvenidos a una comunidad de familias que caminan unidas, iluminadas por el Evangelio. Aquí encontrarás herramientas para fortalecer tu hogar, servir a otros y vivir la fe en acción. ¡Porque una familia unida es semilla del Reino de Dios!
118. Es característica esencial en el MFC la integración y el trabajo en equipos, que serán expresión cada vez más auténtica de comunidad cristiana abierta y eficaz.
2.1 El Equipo Base
119. Un Equipo Base es un conjunto de familias que unen sus esfuerzos en forma coordinada para alcanzar, dentro de un clima de trabajo que todos propician y del cual todos disfrutan, un objetivo común.
2.2 El Equipo Diocesano
120. El Equipo Diocesano lo forma un grupo de matrimonios y un sacerdote asesor, responsables de fomentar, promover y dirigir el MFC en la diócesis. Su labor es eminentemente de servicio más que de autoridad; este servicio se traduce en ayuda y colaboración a los matrimonios del Movimiento, para que estos logren los objetivos propuestos por el MFC, y en ser centro de unidad y coordinación. Cuenta con matrimonios encargados de apostolados específicos para lograr, por medio del Movimiento, el servicio a la comunidad.
2.3 El Equipo Nacional
121. El Equipo Nacional lo forma un grupo de matrimonios y un sacerdote asesor, encargados de orientar, promover y dirigir el MFC en cada país. Su labor es principalmente de unificación y servicio. En el Equipo Nacional los Equipos Diocesanos se hacen uno. Debe servir de puente entre el SPLA y los Equipos Diocesanos.
2.4 El Equipo SPLA
122. Secretariado del Movimiento para Latinoamérica. Su labor es unificar el Movimiento en el continente, sirviendo a los Equipos Nacionales como orientador y promotor del Movimiento. Prepara los Encuentros Latinoamericanos del MFC y está en constante comunicación con todos los países.
2.5 El Equipo Zonal
123. Es el que integra el coordinador de la zona respectiva en que están agrupados los países de América Latina, a efecto de coordinar las actividades del SPLA en cada zona. El coordinador de cada una de las cinco zonas en que se agrupan los países del continente es integrante del SPLA y es nombrado por el presidente de este.
2.6 Asamblea General Latinoamericana (AGLA)
124. La forman los presidentes y asesores de los distintos países, junto con el SPLA. Sus recomendaciones, acuerdos y resoluciones deben ser seguidos por todo el Movimiento.
3. ENCUENTROS
125. El MFC celebra periódicamente encuentros a nivel Diocesano, Nacional, Zonal y Latinoamericano. Estos no serán eventos paralelos al trabajo del Movimiento, sino que se situarán como una revisión de los mismos y una reflexión en línea prospectiva.
4. MEDIOS DE FORMACIÓN
126. El Movimiento cuenta con algunos instrumentos y técnicas para servir a sus miembros y a la comunidad en orden a la:
Los laicos, que desempeñan parte activa en toda la vida de la Iglesia, no solamente están obligados a cristianizar el mundo, sino que además su vocación se extiende a ser testigos de Cristo en todo momento en medio de la sociedad humana.
Dice el Concilio: «La vocación cristiana, por su misma naturaleza, es también vocación al apostolado» (Decr. Apostolicam actuositatem [AA], 2). Se trata de una llamada que es común, «como común es la dignidad de los miembros, que deriva de su regeneración en Cristo; común la gracia de la filiación; común la llamada a la perfección: una sola salvación, única la esperanza e indivisa la caridad» (LG, 32)
La vocación al apostolado se identifica con la vocación cristiana, comunica el espíritu que recibió a través del testimonio y por la Palabra (LG 33).
Los laicos, que desempeñan parte activa en toda la vida de la Iglesia, no solamente están obligados a cristianizar el mundo, sino que además su vocación se extiende a ser testigos de Cristo en todo momento en medio de la sociedad humana (LG 33).
Los laicos consagran el mundo a Dios (LG 34); comprometidos con el trabajo, con la cultura y con la sociedad, dilatan el Reino de Dios (LG 36).
En la Constitución Pastoral Gaudium et Spes se pide a los matrimonios cristianos el compromiso de transformar las estructuras (N° 43).
En la Apostolicam Actuositatem “los laicos deben tomar conciencia de la riqueza de los carismas que recibieron del Espíritu Santo y los pastores no deben tener miedo de reconocer y valorar esa riqueza, en la tarea de examinar todo, sin extinguir el Espíritu” (3) y más adelante… “para lograr con mayor felicidad los fines de su apostolado, puede resultar conveniente que las familias se reúnan en asociaciones…” reconociendo algo que ya se está realizando.
En 1967 Paulo VI visita las Naciones Unidas y da a conocer Populorum Progressio.
En Medellín se define la misión de la familia como “formadora de personas, educadora en la fe y promotora del desarrollo (III.2) que posteriormente el Santo Padre Juan Pablo II reafirma en Familiaris Consortio (N° 17) cuando menciona los “cuatro cometidos generales de la familia: formación de una comunidad de personas, servicio a la vida, participación en el desarrollo de la sociedad y participación en la vida y misión de la Iglesia”. “Ser Iglesia Doméstica es ser el lugar donde se edifica la santidad y desde donde el mundo y la Iglesia pueden ser identificados” (FC 55).
La Evangelii Nuntiandi (N° 70) dice de los laicos “…el campo propio de su actitud evangelizadora es el mismo mundo vasto y complicado de la política, de la realidad social, y de las artes, de la vida internacional, de los medios de comunicación social y el amor, la familia, la educación de los niños y adolescentes, el trabajo profesional y el sufrimiento…” y el número siguiente… (71) “no se puede dejar de realizar la acción evangelizadora de la familia”.
En Puebla (793) se le recuerda al laico que debe actuar como fermento en la masa, allí debe testimoniar su fe y construir el Reino. Para el cristiano no basta la denuncia de injusticias; a él se le pide que sea verdadero testimonio y agente de justicia.
En diciembre de 1988 se da a conocer la Exhortación Apostólica Christifidelis Laici que, haciendo mención al Sinodo realizado el año anterior, dice: “estuvo presente una calificada representación de fieles laicos, hombres y mujeres que dieron una preciosa contribución a los trabajos del Sínodo” (N° 2). Más adelante, “en virtud de su dignidad bautismal común, el fiel laico es corresponsable juntamente con los ministros ordenados y con los religiosos y religiosas, por la misión de la Iglesia” (N° 15).
En Centessimus Annus Juan Pablo II señala: “… la primera estructura fundamental a favor de la “ecología humana” es la familia, en cuyo seno el hombre recibe las primeras nociones sobre la verdad y el bien, aprende qué quiere decir amar y ser amado, y, por consiguiente, qué quiere decir en concreto ser persona… la familia constituye la sede de la cultura de la vida” (N° 39).
“Dado que los designios de Dios sobre el matrimonio y la familia afectan al hombre y a la mujer en su concreta existencia cotidiana, en determinadas situaciones sociales y culturales, la Iglesia, para cumplir su servicio, debe esforzarse por conocer el contexto dentro del cual el matrimonio y familia se realizan hoy. Este conocimiento constituye consiguientemente una exigencia imprescindible de la tarea evangelizadora…” (FC 4).
En el mundo del Movimiento Familiar Cristiano (MFC), existe un tesoro que ha marcado la diferencia en la vida de miles de familias: SUSUSU. Este libro no es solo una publicación más, sino la brújula que orienta el camino espiritual y apostólico de toda la membresía del MFC Latinoamericano.
Un Valor Incalculable para la Comunidad
La importancia de SUSUSU trasciende las páginas impresas. Se ha convertido en la herramienta fundamental que el SPLA y cada país del MFC Latinoamericano utilizan para orientar sus acciones. Su valor radica en la didáctica y practicidad que ofrece, características que lo han posicionado como una guía no solo adecuada, sino suficiente para el crecimiento espiritual y comunitario.
La estructur: Su Ser, Su Vida y Su Acción
Su Ser: la esencia del MFC
En la primera parte, SUSUSU nos sumerge en la identidad profunda del Movimiento Familiar Cristiano. No se trata simplemente de conocer datos históricos, sino de conectar con la visión auténtica que ha guiado al MFC desde sus inicios hasta nuestros días.
Esta sección nos revela:
La mística que nos inspira
El carisma que nos distingue
Los objetivos que nos movilizan
Las características que nos definen
Es aquí donde cada emefecista encuentra las raíces de su vocación y comprende el “por qué” de su llamado al servicio familiar.
Su Vida: la metodología que transforma
La segunda parte constituye el corazón pedagógico de SUSUSU. Nos introduce en la metodología genuina del MFC, esa forma única de formar y acompañar que debe ser respetada y contemplada por todos los países miembros.
Esta metodología no es solo un conjunto de técnicas, sino un proceso integral de:
Formación humana y espiritual
Crecimiento personal y comunitario
Preparación de futuros servidores
Desarrollo del liderazgo cristiano familiar
Cada emefecista que pasa por este proceso no solo se forma para servir dentro del MFC, sino que se prepara para ser luz en su parroquia y comunidad local.
Su Acción: Las puertas del apostolado
La tercera sección abre un horizonte infinito de posibilidades. SUSUSU nos presenta las diversas puertas del apostolado, invitándonos a trabajar activamente por el bienestar de las familias y los jóvenes.
Esta parte del libro nos desafía a:
Conocer los diversos campos de acción del MFC
Comprometernos con áreas de servicio específicas
Reconocer que el trabajo con familias y jóvenes es inagotable
Asumir nuestro rol como agentes de transformación social
Un impacto medible y profundo
Lo que hace verdaderamente especial a SUSUSU es que ha sido estudiado y profundizado por toda la membresía del MFC. No es teoría abstracta, sino sabiduría vivida, probada y refinada por miles de familias que han encontrado en sus páginas el camino hacia una vida más plena y comprometida.
Testimonios Silenciosos
Cada país del MFC Latinoamericano que ha implementado las enseñanzas de SUSUSU puede dar testimonio de:
Familias restauradas y fortalecidas
Jóvenes con propósito y dirección clara
Comunidades más unidas y solidarias
Líderes formados con visión cristiana integral
Una Invitación al Crecimiento
SUSUSU no es solo un libro para leer, sino para vivir. Es una invitación constante al crecimiento, un desafío permanente a la excelencia espiritual y un recordatorio de que nuestro compromiso con las familias y los jóvenes es una vocación que trasciende el tiempo.
En un mundo donde las familias enfrentan desafíos sin precedentes, SUSUSU se presenta como un faro de esperanza, una guía confiable que ha demostrado su eficacia a lo largo de los años.
El Legado Continúa
Hoy, más que nunca, el MFC Latinoamericano necesita líderes formados con la solidez que ofrece SUSUSU. Cada página de este libro es una semilla de transformación, cada concepto es una herramienta para el cambio, cada metodología es un puente hacia familias más fuertes y jóvenes más comprometidos.
SUSUSU no es solo el pasado del MFC; es su presente vibrante y su futuro prometedor. Es la demostración de que cuando se combina la sabiduría espiritual con la practicidad metodológica, el resultado es una transformación auténtica y duradera de personas, familias y comunidades enteras.
¿Has experimentado ya la transformación que ofrece SUSUSU? La aventura apenas comienza.
Primer Módulo del Taller de Kerygma – MFC Paraguay
31 Mayo – 1 Junio 2025
Primer Módulo del Taller de Kerygma
Escuela MFC PY – Área Predicadores
📍 Casa de Retiro San Rafael – Congregación Verbo Divino
✨
Una experiencia transformadora
El fin de semana del 31 de mayo y 1 de junio de 2025 marcó un hito importante en la formación de nuestros predicadores del Movimiento Familiar Cristiano de Paraguay. En la serena Casa de Retiro San Rafael de la Congregación Verbo Divino – Arquidiócesis, se llevó a cabo el primer módulo del Taller de Actualización de Kerygma, dando inicio a un proceso formativo que promete profundizar la capacidad evangelizadora de nuestros hermanos predicadores.
🎯 Objetivo del primer módulo
Este encuentro inicial tuvo como propósito establecer las bases sólidas para la actualización del mensaje kerygmático, proporcionando a los participantes las herramientas necesarias para una predicación más efectiva y contextualizada en nuestros tiempos.
🎓
Actividades desarrolladas
📖 Profundización teológica
Estudio intensivo del mensaje esencial del Kerygma cristiano y su relevancia en la evangelización familiar contemporánea.
🔄 Actualización metodológica
Renovación de conocimientos y técnicas de predicación adaptadas a los desafíos pastorales actuales.
💬 Intercambio fraterno
Espacios de diálogo para compartir experiencias, testimonios de fe y mejores prácticas en el ministerio de la predicación.
🤲 Fortalecimiento comunitario
Actividades diseñadas para fortalecer los lazos de comunión y colaboración entre los predicadores del movimiento.
🔥 Renovación del compromiso
Momentos de oración y reflexión para reavivar la pasión evangelizadora y el compromiso con las familias.
🙏 Dimensión espiritual
Celebraciones eucarísticas, adoración al Santísimo y momentos de oración personal y comunitaria.
🏡
El ambiente propicio
La Casa de Retiro San Rafael proporcionó el marco perfecto para este encuentro formativo. Su ambiente de recogimiento y paz, rodeado de la naturaleza y con espacios diseñados para la oración y la reflexión, permitió que cada participante pudiera abrirse plenamente a la acción transformadora del Espíritu Santo.
🌟 Testimonios de los participantes
“Este primer módulo nos ha recordado la belleza y la urgencia del mensaje kerygmático. Nos vamos renovados y con herramientas concretas para ser mejores predicadores en nuestras comunidades.”
– Participante del taller
Id por todo el mundo y proclamad el Evangelio a toda criatura
Marcos 16,15
📈
Proyección y continuidad
Este primer módulo representa solo el comienzo de un proceso formativo integral. Los participantes han demostrado un entusiasmo y compromiso que augura excelentes frutos para los próximos encuentros. El programa completo está diseñado para proporcionar una formación progresiva y sistemática que responda a las necesidades pastorales actuales.
🗓️ Próximos módulos
La Escuela MFC PY del Área Predicadores continuará con los siguientes módulos del taller, manteniendo la misma calidad formativa y el ambiente de fraternidad que caracterizó este primer encuentro. Las fechas se anunciarán próximamente.
💙 Agradecimientos
Expresamos nuestra profunda gratitud a todos los facilitadores, organizadores y participantes que hicieron posible este primer módulo. Su dedicación, entusiasmo y apertura son testimonio vivo del amor de Cristo que nos impulsa a seguir predicando la Buena Nueva en nuestras familias y comunidades.
FacilitadoresOrganizadoresParticipantesCasa San RafaelCongregación Verbo Divino
🌟 Oración final
Que el Señor continúe bendiciendo abundantemente el ministerio de nuestros predicadores y que el fruto de este primer encuentro se multiplique en cada hogar y corazón que toquen con su testimonio, mientras esperamos con expectativa los próximos módulos de formación.
🚀 ¡El camino continúa!
Este es solo el primer paso de un hermoso camino de formación. Te invitamos a seguir acompañándonos en los próximos módulos y a ser parte de esta renovación evangelizadora.
Es una exigencia de los movimientos familiares presentar un Cristo auténtico dentro de la Iglesia por Él fundada y servir a la gente como verdaderos caminos de santidad. Ciertamente, hay familias “sanas y fuertes” que son objeto y sujeto de evangelización, pero también crece el sector de familias con dificultades. Desde la “opción preferencial por los pobres”, los movimientos familiares encuentran allí un campo propicio para la Nueva Evangelización.
Es por eso que la metodología de la Nueva Evangelización aplicada a la Pastoral Familiar, de la que el MFC es parte, apunta a lo grupal y participativo, donde se aporta la vivencia de las propias realidades y se ayudan unos a otros, iluminados por la Palabra de Dios, a encontrar las respuestas y los compromisos a que los llama la fe.
Es entonces, desde el núcleo familiar, donde se proyectan con fuerza a cambiar el mundo desde dentro. Por ello, al “hacer de la Iglesia la casa y la escuela de comunión”, ¡con qué fuerza deberá tomarlo la familia como “Iglesia Doméstica”, para ser la matriz de donde se alimenta esa espiritualidad que irradia al cuerpo eclesial y al mundo entero! El MFC no puede quedar afuera ignorando estas realidades.
Debe, una vez más crear un espíritu crítico para analizarlas, con técnicos que tengan en cuenta los valores éticos, morales y lo que la Iglesia ya haya aportado dentro de su magisterio, para ser portadores de la palabra justa y sensata, que promueva siempre una opinión formada que responda al Mensaje de Salvación.
El MFC tampoco debe quedarse en proteger a las familias contra las influencias disgregadoras que el mundo ejerce sobre ellas, sino preparar a las familias para que se incorporen críticamente al mundo, siendo parte de sus estructuras sociales intermedias, influyendo en las actividades educativas, políticas y promocionales en búsqueda de transformaciones sociales capaces de permitir que todas las familias se realicen plenamente como auténticas familias.
El progreso de las ciencias humanas y de la técnica, la complejidad del mundo moderno, su acelerada evolución y rápidas transformaciones que alteran los valores sociales, culturales y religiosos, obligan al MFC a mantenerse en atenta observación crítica de esos fenómenos, analizándolos permanentemente, para descubrir las respuestas que cada momento exige. (Aquí y ahora #3).
OPCIÓN PEDAGÓGICA
Todo esto tiene que ver con la opción pedagógica que el MFC asume para su misión evangelizadora “anunciando la Buena Nueva del Reino de Dios, que se hace presente en el mundo cada vez que la Justicia y la fraternidad irrumpen y se manifiestan donde predominaba la injusticia, el desamor, la dominación y la opresión.
Se trata de comunicar a todos que el Plan de Dios para los hombres es su plena humanización. Con ella se edifica el Reino anunciado, que solo se realizará a plenitud al final de los tiempos, pero que se va haciendo en el curso de la historia mediante conquistas parciales y limitadas. El MFC proclama que aunque el Reino en su plenitud sea un don de Dios, su construcción a lo largo de la historia es una misión delegada al hombre.
Considera, al mismo tiempo, que no existen acciones neutras en la búsqueda de soluciones para los problemas humanos; toda solución será siempre más o menos humanizadora o deshumanizadora. De este modo, no hay separación posible entre fe y vida; todas las acciones humanas están referidas a la construcción del Reino de Dios, contribuyendo o conspirando contra la realización del proyecto de Dios.
Por esto, el MFC, en su acción pedagógica, busca la integración entre fe y vida, superando toda forma de dualismo e iluminando la búsqueda de soluciones a los problemas humanos con la Palabra de Dios, la cual orienta siempre las acciones humanas hacia los caminos de humanización del hombre.
Las referencias bíblicas sistemáticamente utilizadas para iluminar la búsqueda de soluciones a los problemas humanos, contribuyen a que los que participan en ella comprendan progresivamente la historia de la Salvación-Liberación. Así, la OPCIÓN PEDAGÓGICA del MFC es simultáneamente y en forma integrada, pedagogía de la fe cristiana, desde la Creación hasta la Salvación-Liberación de Jesucristo.
Por ser un movimiento familiar, la familia y su problemática reciben atención especial en la acción pedagógica del MFC. Sin embargo, el MFC está igualmente atento al riesgo del “familismo” que pretende poner a la familia como fin de su acción. El objetivo final del MFC es el anuncio y la construcción del Reino; al movilizar y preparar a las familias para que sean efectivas y eficaces en esa misión, la familia no constituirá un fin en sí misma, sino un medio para la realización del objetivo final: la construcción del Reino.
Para alcanzar ese objetivo, el MFC procura articular estrechamente el campo de la problemática familiar con el universo más amplio de la problemática social, denunciando los mecanismos socioeconómicos, políticos y culturales que condicionan el comportamiento y las relaciones al interior de la familia, que generan los problemas a los cuales se busca solución.
Dicha articulación entre lo familiar y lo social debe motivar acciones concretas y efectivas por parte de las familias sobre el ambiente y las relaciones sociales más amplias, con el fin de neutralizar sus presiones disgregadoras, raíces de los problemas familiares.
La comprobación de esas presiones disgregantes apunta hacia la responsabilidad social de la familia. Con ella se concreta su inserción en la misión de construir el Reino de Dios, asumiendo la lucha por la creación de una sociedad más justa y más fraterna, en la cual todas las familias tengan posibilidades de realizarse como tales y de cumplir su función social.
En esta opción pedagógica del MFC, los destinatarios de su acción de formación son también sujetos del proceso. Corresponde a los agentes o animadores iluminar el camino, al asumir la función de integrar fe y vida, familia y sociedad. Esta perspectiva requiere metodologías adecuadas para la participación activa de todos los que están involucrados en el proceso pedagógico. La opción pedagógica del MFC se resume en la profunda interacción entre Fe y vida, entre el universo familiar y el social, que lleva a asumir libremente la responsabilidad de la construcción de un mundo más justo y más fraterno en la perspectiva de la fe” (Aquí y Ahora Nº 5).
La solidaridad es una virtud cristiana, la cual debemos aplicar en todos los actos de nuestra vida diaria. En el Evangelio observamos una total identificación entre Jesús y el pobre (Mt 25, 31-46). La solidaridad como valor fundamental de las personas ha estado presente desde el inicio de la Doctrina Social de la Iglesia (Encíclica Rerum Novarum del Papa León XIII en 1891) y ha logrado su máximo desarrollo en la encíclica Sollicitudo Rei Socialis (1987) de Juan Pablo II con la cual celebró los 20 años de Populorum Progressio (1967) de Pablo VI. En su encíclica, Juan Pablo II propone un nuevo sistema de valores basados en la solidaridad como actitud propia del que se siente responsable de los demás y nunca en competencia con ellos.
1. SOLIDARIDAD EN EL MFC
El MFC, a lo largo de medio siglo de apostolado familiar y en completa sintonía con la Iglesia Latinoamericana (Medellín, Puebla y Santo Domingo), ha asumido “el compromiso con la liberación y promoción integral del hombre que exige una doble acción: profética y liberadora, en una opción de preferencia y solidaridad con los pobres” (SuSuSu # 163) y esto se refleja en su opción pedagógica y en su proceso de formación.
La situación económica, social, política y cultural existente en toda la región latinoamericana que hemos visto explicitada en otros capítulos de este Complemento está afectando negativamente la célula básica de la sociedad, lo cual nos indica claramente que nuestra misión de evangelización de las familias debe incrementarse, no disminuir.
En el MFC la familia no es solo objeto de su acción pastoral, sino que también es agente de la misma. (SuSuSu #150) Por eso, al ingresar al MFC, la familia inicia un proceso de conversión que debe llevarla a actitudes concretas y a acciones apostólicas. En otras palabras, la familia se solidariza con la causa de Jesús, la construcción del Reino de Dios, que es la causa del MFC. Esta solidaridad implica no solo el compromiso social con nuestros hermanos más necesitados y la transformación de la realidad circundante, sino el compromiso con nuestro Movimiento que necesita del aporte voluntario y generoso de todos sus miembros para sostener su acción permanente a favor de las familias.
2. COMPROMISO DE SERVICIO
Dios nos regala a cada persona una serie de dones para que los desarrollemos y pongamos al servicio de los demás. “Que cada uno sirva a sus hermanos, según la capacidad que Dios le ha dado, como buen administrador de los varios dones de Dios” (1 Pe 4, 10). Tenemos dones o bienes materiales como el dinero y bienes humanos como la inteligencia, los conocimientos, tiempo y capacidad. Para poder cumplir con su objetivo de servir a la familia trabajando en su evangelización, el MFC ofrece a todos sus miembros la oportunidad de formarse en la acción para compartir con los demás su tiempo, sus capacidades y sus talentos. Servir es aprender a dar y recibir, es aprender a hablar y escuchar. Es aprender a ser solidarios sin crear dependencia. Servir en el MFC es seguir a Jesús. “A imitación del Hijo del Hombre, que no vino para que lo sirvan, sino a servir” (Mt 20, 28).
En toda organización como en el MFC es imprescindible el relevo generacional en sus estructuras y en los servicios que presta. Hay que recordar que “la mies es mucha y los obreros pocos” (Mt 9, 37). Es el Señor que nos llama a trabajar por su Reino.
3. USO CRISTIANO DE LOS BIENES MATERIALES
En el MFC, el proceso de transformación que se opera en las personas debe llevarnos a ser HOMBRES Y MUJERES NUEVOS (SuSuSu # 146). Como en las primeras comunidades cristianas “donde no había ningún necesitado” (Hch 4, 34), en el MFC aspiramos a que, mediante aportes voluntarios y generosos de los miembros, se logren los recursos suficientes para cubrir las necesidades del Movimiento a todos los niveles (equipo base, zona, diócesis, país, SPLA) de manera que la falta de recursos no sea un obstáculo para llevar la Buena Noticia a todos los rincones del continente latinoamericano.
Lo que cada miembro pueda ofrecer con amor, no importa si es poco, si lo ofrece con el sacrificio de sus propias necesidades, y no de lo que le sobra, su aporte será tan valioso como el de los demás (Lc 21, 1-4). Al administrar el dinero de todos, el MFC actúa como “nivelador” y signo de justicia. Cada quien aporta según sus posibilidades pero todos reciben las mismas atenciones y calidad de servicio (Preinscripción, MFC México).
La característica más esencial del MFC es su unidad latinoamericana, siendo uno en su estructura y en sus objetivos (SuSuSu # 69). Por eso, El MFC Su Ser, Su Vida y Su Acción (#122) establece que “en los gastos del SPLA serán corresponsables los Equipos Nacionales, o sea, todos los miembros del MFC en Latinoamérica”.
4. EXIGENCIAS DEL COMPARTIR
El poner en común los bienes requiere, además de espíritu desprendido y solidario, cualidades de responsabilidad y de organización (comentario 758 Biblia Latinoamericana). Para poder realizar nuestra labor apostólica eficazmente, es recomendable que a todos los niveles del MFC se preparen y den a conocer los planes de trabajo y que se presenten con regularidad informes sobre su desarrollo y el uso de los bienes materiales.
La solidaridad vivida como exigencia del Evangelio nos lleva, a través de nuestras obras, a ser coherentes con lo que decimos y hacemos, ayudando a que todos se sientan colaboradores en la búsqueda del bien común y en la construcción del Reino.
La necesidad de la organización dentro de la Iglesia de una Pastoral Familiar, surge en América Latina, gracias al impulso y los aportes del MFC, por lo que es de rigor que el MFC permanezca integrado en la Pastoral de Conjunto. Debe intensificarse el esfuerzo del MFC por promover las vocaciones religiosas latinoamericanas, tanto misionales como laicales.
El MFC Latinoamericano tiene bien definidos sus objetivos, carisma, mística, su vida, su ser y su acción en “EL MFC, SU SER, SU VIDA Y SU ACCIÓN”, asumido por la X AGLA en 1979 y editado en 1980. Sin embargo, por los grandes cambios del mundo en que estamos inmersos, creemos oportuna una puesta al día en su accionar.
Es decir, las condiciones de dentro y fuera de la familia hacen que el MFC, como Movimiento que es, se mantenga actualizado a través de su historia para ser fiel a las necesidades de la familia y de la Iglesia en su acción evangelizadora, y ser así respuesta a los desafíos que nos plantean los nuevos signos de los tiempos, cumpliendo su misión profética.
Numeral 153
El campo de acción del MFC es la familia. Esta es una realidad viva y, por tanto, cambiante; es sujeto de todas las influencias y cambios de la sociedad; es nuestro primer campo de acción donde, con criterio amplio, abierto, lleno de fe y comprensión, debemos llevar nuestro mensaje de educación en el amor.
2.1. Esta acción se dirige al interior de la familia:
Ayudando a los cónyuges a vivir el amor.
Ayudando a los padres e hijos a vivir la familia
Preparando a sus miembros para que den un testimonio de auténtica vida cristiana en lo personal, conyugal, familiar y social, dentro de los diferentes ambientes donde cada uno le corresponde actuar.
Ayudando a los novios y a los jóvenes a prepararse para la vida de familia.
2.2. A través de la familia actuará en el campo social
Numeral 154
2.2.1. El MFC promoverá el campo de lo social a través de la familia:
A) Concientizando:
1. A la familia marginada sobre sus derechos y deberes.
2. A las familias que tienen bienes de cualquier tipo, sobre la situación de injusticia, para que ellas contribuyan al bien de la comunidad con una actitud de servicio.
B) Asumiendo posiciones políticas como colectividad, contra aquello que afecte a la familia.
C) Mediante el testimonio de vida de sus miembros.
D) Tratando de llevar a la práctica un cambio hacia un orden nuevo, para adecuarse al mundo y a la Iglesia en el momento actual y en la realidad latinoamericana.
2.2.2 Promoviendo un laicado corresponsable que ayude a modificar las estructuras de la Iglesia.
2.2.3 Estando conscientes de la posibilidad de ser usados como instrumento de entidades políticas e ideologías opuestas.
3. AL INTERIOR DEL MFC COMO INSTITUCIÓN
Numeral 155
3.1. Formar y capacitar a sus miembros (matrimonios, viudas, jóvenes, separados), permanentemente y a todos los niveles.
3.2. Fomentar la vivencia de la fe en equipos, para que formen verdaderas comunidades.
3.3. Evangelizar a sus miembros para que lleguen a ser verdaderos evangelizadores.
3.4. Promover a sus directivos laicos para que lleguen a ser verdaderos dirigentes y a los sacerdotes asesores, para que se desempeñen como tales en el ejercicio de su misión sacerdotal.
3.5. Adecuarse al mundo y a las exigencias de la Iglesia actual, en la realidad latinoamericana. Esto exige de sus miembros una actitud permanente de conversión personal y familiar.
La familia es la primera célula de la sociedad, foco de la educación y formación de los hijos, por lo tanto, es el centro de dicha Pastoral.
El MFC nace como un Movimiento pionero en el que se acentúa el valor de la vocación específica de los casados Dentro de sus características destacan:
1. La valoración del concepto del amor conyugal
El MFC tuvo su principal fuerza en la valoración del amor conyugal y, por tanto, de la espiritualidad de los casados o su camino de santidad. Hay un redescubrimiento de la vocación matrimonial y su llamada a la salvación, en el estado propio de los casados, pasando de una concepción monacal de la espiritualidad, a una espiritualidad laical y específica del casado. El trabajar la pareja de casados en un movimiento de laicos fue una nueva modalidad en el apostolado. Eso trajo, además, la valoración de la mujer como persona, pues en el MFC siempre fue esencial la conciencia de igualdad de hombre y mujer, y, por esto, los cargos y responsabilidades fueron compartidos. Este punto tendió a exagerarse, lo que trajo tendencias conyugalistas.
2. El laico apóstol
El MFC fue, desde su fundación, un promotor del laico, buscando que sus miembros asumieran la acción apostólica de la Iglesia en forma madura. En Equipos Eclesiales, sacerdotes y laicos procuraban descubrir la espiritualidad de la familia y el apostolado familiar.
3. La Pastoral Familiar
El MFC no fue el único, pero sí el primer Movimiento que presionó en América Latina para que se viera la necesidad de la Pastoral Familiar y su organización. La presencia de algunos de sus miembros en el Concilio Vaticano II y luego en la reunión del CELAM, de Medellin, dieron aportes valiosos como representantes de la familia latinoamericana.
4. La liturgia implicada en la vida
Desde un principio se dio gran importancia a la liturgia y su implicación en la vida familiar, especialmente a través de las Liturgias domésticas y en las reuniones de equipo.
5. El peregrinar carismático y el hospedaje
Desde su fundación, el MFC nació y cobró fuerza gracias a matrimonios y sacerdotes que recorrían los diferentes lugares llevando un mensaje y eran recibidos y alojados en casas de familia, para compartir la vida y los ideales cristianos. Entonces y ahora, siempre habrá gente que sale en misión, enviada por el MFC, al igual que lo hicieron los apóstoles en los primeros tiempos del cristianismo.
6. La preparación al matrimonio
Desde sus comienzos, el MFC se caracterizó por encauzar la preparación al matrimonio como una necesidad sentida en la sociedad, ante los cambios que ha venido sufriendo la familia.
Familia salvadora de la comunidad
Desde su fundación, el MFC asume que el amor de hombre y mujer no es fenómeno que afecta exclusivamente a los dos, sino que en todas las épocas y culturas es un hecho social Pero con el tiempo se busca que la familia comprenda que su misión no termina en el interior de ella misma, sino que debe ser constructora de la sociedad y, por tanto, solidaría con la misión social de la Iglesia. Pasa así, de ser un refugio para salvar a las familias, a tratar de que la familia se convierta en salvadora de la comunidad, siendo esta la mejor manera de salvarse a sí misma. Este cambio se produce más fuertemente desde el año 69 en el V Encuentro de Chile, como reflejo de lo que es la Iglesia Posconciliar, que salió de sí misma para proyectarse al mundo y así salvarlo. El MFC va entreviendo que el cambio que la Iglesia pide está no solo en el corazón del hombre, sino también en las estructuras sociales injustas y quiere preparar a la familia a asumir su papel en estos cambios. Por esto se anotó: “Que el MFC es un Movimiento de Laicos, cuyas familias asumen: la Doctrina Social de la Iglesia, del Vaticano II y Medellín, y para sus miembros esto implica un compromiso consciente y permanente con la iglesia” (V ELA de Chile)
En el mundo actual, donde los cambios culturales ocurren a velocidad vertiginosa, la familia enfrenta desafíos sin precedentes. El matrimonio, como núcleo fundamental de la sociedad, requiere más que nunca de solidez, madurez y compromiso para enfrentar estas transformaciones y proveer a los hijos un entorno estable para su desarrollo. Sin embargo, esta misión trascendental solo es verdaderamente posible cuando Dios ocupa el centro de la vida familiar.
Hoy, como nunca antes, la relación matrimonial necesita estar fundamentada en un amor consciente, maduro, fiel y plenamente comprometido. Los elementos externos que en épocas pasadas sostenían la estabilidad conyugal (a veces solo en apariencia) han ido desapareciendo, dejando al descubierto la verdadera esencia de lo que debe ser una unión conyugal: complementariedad genuina y entrega mutua.
En esta nueva dinámica, la vida debe ser compartida en todos sus aspectos y necesidades. Cualquier falla en esta complementación, incluso momentánea, puede poner en riesgo la vida en común, haciendo que la estructura familiar se tambalee. Por ello, la presencia de Dios como fundamento del amor conyugal se vuelve indispensable, pues solo Él puede dar la fortaleza necesaria para mantener vivo ese compromiso a través de las dificultades.
Dios como centro de la vida matrimonial y familiar
El matrimonio que coloca a Dios en el centro de su relación encuentra:
Una fuente inagotable de amor: El amor humano, por sí solo, es frágil y limitado. Cuando los esposos reconocen que su capacidad de amar proviene de Dios, pueden superar sus propias debilidades y limitaciones.
Fortaleza en las dificultades: Las crisis matrimoniales, inevitables en toda relación humana, encuentran un apoyo firme en la fe compartida y en la certeza de que Dios acompaña el camino de la familia.
Un horizonte de sentido: La presencia de Dios otorga una dimensión trascendente al proyecto familiar, elevándolo más allá de las satisfacciones inmediatas hacia un propósito eterno.
Valores sólidos: Los principios morales y espirituales que emanan de la fe proporcionan un fundamento seguro para la educación de los hijos.
Sin Dios en el centro de la vida matrimonial, incluso los mejores esfuerzos humanos resultarán insuficientes ante los desafíos que enfrenta la familia contemporánea.
Transformaciones en la función familiar
Los nuevos paradigmas culturales han producido cambios profundos en la concepción y función de la familia:
Cambios en la función biológica: Hemos pasado de una supervaloración de la procreación como finalidad principal del matrimonio, a una supervaloración de la relación sexual como vínculo exclusivamente orientado al desarrollo personal, separándola de su dimensión procreadora.
Redistribución de roles: La familia contemporánea ha redefinido los papeles tradicionales. Ya no se concibe automáticamente a la mujer como administradora exclusiva del hogar, ni al hombre como único proveedor. Hoy, ambos cónyuges buscan compartir tanto las cargas como las ventajas de la vida familiar.
Ante estos cambios, solo una visión iluminada por la fe permite discernir lo que es verdaderamente esencial para el bien de la familia y de cada uno de sus miembros.
La importancia de un matrimonio sólido en la formación de los hijos
1. Testimonio vivo de amor
Los hijos aprenden principalmente por lo que ven, no por lo que se les dice. Un matrimonio sólido, fundamentado en Dios, enseña a los hijos mediante el ejemplo cotidiano valores fundamentales como:
El respeto mutuo
La comunicación abierta
La resolución pacífica de conflictos
La fidelidad y el compromiso
La generosidad y el servicio
La fe vivida en lo cotidiano
2. Seguridad emocional
Cuando los hijos perciben que existe un vínculo fuerte y estable entre sus padres, sostenido por el amor de Dios, desarrollan un sentido de seguridad emocional que les permite:
Explorar el mundo con confianza
Establecer relaciones saludables
Desarrollar una autoestima sólida
Gestionar mejor sus emociones
Construir una relación personal con Dios
3. Base para el desarrollo integral
Un hogar donde los padres mantienen una relación armoniosa, enraizada en valores espirituales, proporciona el ambiente ideal para el desarrollo integral de los hijos:
Físico: atención a necesidades básicas y hábitos saludables
Cognitivo: estímulo intelectual y apoyo educativo
Social: aprendizaje de habilidades relacionales
Espiritual: transmisión de la fe y sentido de trascendencia
El valor de la presencia parental
En tiempos donde ambos padres frecuentemente trabajan fuera del hogar, la calidad de la presencia se vuelve tan importante como la cantidad:
Presencia física
No se trata simplemente de estar en el mismo espacio físico, sino de estar disponible, accesible y receptivo a las necesidades de los hijos. Esto implica:
Dedicar tiempo exclusivo a la familia
Participar en actividades cotidianas
Crear rituales familiares significativos, incluidos los momentos de oración y celebración de la fe
Presencia emocional
Más allá de la presencia física, los hijos necesitan padres emocionalmente disponibles que:
Escuchen activamente
Validen sus sentimientos
Ofrezcan orientación y apoyo
Muestren interés genuino por su mundo interior
Compartan sus propias experiencias de fe
Presencia formativa
Los padres son los primeros y principales educadores de sus hijos, especialmente en la fe. Esta responsabilidad implica:
Transmitir valores y principios cristianos
Establecer límites claros y consistentes
Fomentar la autonomía responsable
Ser mentores en el desarrollo del carácter
Presentar a Dios como un Padre amoroso
Construyendo un matrimonio fuerte en tiempos de cambio
Para enfrentar los desafíos actuales y ser padres efectivos, las parejas necesitan:
Comunicación profunda: Ir más allá de lo superficial, compartiendo sueños, temores, necesidades y expectativas.
Priorizar la relación conyugal: Recordar que un matrimonio sólido es el mejor regalo para los hijos.
Adaptabilidad: Flexibilidad para ajustarse a los cambios sin perder la esencia del compromiso.
Corresponsabilidad: Compartir equitativamente tanto las responsabilidades como las alegrías de la vida familiar.
Crecimiento mutuo: Buscar oportunidades para desarrollarse como personas y como pareja.
Vida espiritual compartida: Orar juntos, participar en la vida de la comunidad de fe y nutrir la dimensión espiritual del matrimonio.
Confianza en la providencia divina: Reconocer que los esfuerzos humanos, por valiosos que sean, necesitan ser sostenidos y completados por la gracia de Dios.
Conclusión
En un mundo de cambios acelerados donde las estructuras tradicionales se redefinen, la necesidad de matrimonios sólidos y padres presentes se vuelve más crucial que nunca. Sin embargo, esta tarea solo es plenamente realizable cuando se fundamenta en Dios como fuente del verdadero amor y fortaleza para la familia.
Los hijos necesitan el testimonio de una relación conyugal fundamentada en el amor maduro, consciente y comprometido, que les brinde seguridad, orientación y ejemplo para su propio desarrollo. Pero este amor humano, por sí solo, es insuficiente; necesita ser nutrido constantemente por el amor divino que lo trasciende y le da sentido.
El desafío para las parejas de hoy consiste en construir una relación que integre los valores fundamentales del matrimonio con una visión renovada de la complementariedad, adaptada a las necesidades del mundo contemporáneo, y centrada firmemente en la fe en Dios. Solo así podrán ofrecer a sus hijos el ambiente propicio para crecer como personas plenas, capaces de construir a su vez relaciones saludables y una sociedad más humana y más cercana al plan divino para la familia.
Libro SUSUSU – SU ACCIÓN
Maridos, amen a sus esposas como Cristo amó a la Iglesia y se entregó a sí mismo por ella, para santificarla, purificándola mediante el baño del agua, en virtud de la palabra, y presentársela resplandeciente a sí mismo, sin que tenga mancha ni arruga ni cosa parecida, sino que sea santa e inmaculada. Así deben amar los maridos a sus mujeres como a sus propios cuerpos. El que ama a su mujer se ama a sí mismo. Porque nadie aborrece jamás su propia carne; antes bien, la alimenta y la cuida con cariño, lo mismo que Cristo a la Iglesia, pues somos miembros de su cuerpo. Por eso dejará el hombre a su padre y a su madre y se unirá a su mujer, y los dos se harán una carne. Gran misterio es este, lo digo respecto a Cristo y la Iglesia. En todo caso, también ustedes, que cada uno ame a su mujer como a sí mismo; y la mujer, que respete al marido. Efesios 5, 25-33
El MFC en su Estatuto Latinoamericano, señala su objetivo general, así:
“El Movimiento Familiar Cristiano es un movimiento de Iglesia, de ámbito latinoamericano, cuyo objetivo es la evangelización y la promoción de la familia, desarrollando sus valores humanos y cristianos, a fin de capacitarla para cumplir su misión de formadora de personas, educadora en la fe y promotora del bien común y defensora de la vida“.
1. La familia formadora de personas
Si la persona es imagen creada suprema del Dios comunitario, formarla es ayudarla y sostenerla a que sea plenamente la imagen de ese Dios, impulsándola a su realización en la apertura a los demás. La persona se forma en un ambiente o comunidad de amor, en un ejercicio de amor, porque se le enseña a amar. Esto supone:
Ayudar y sostener a cada persona a que sea plenamente la imagen de Dios.
Descubrir, respetar y promover los valores individuales de cada uno de los integrantes de la familia.
Crear una nueva forma de educación para el amor desde la infancia.
Valorar a los jóvenes, considerándolos como personas y como signo profético de los tiempos.
Asumir, por parte de cada miembro de la familia, el papel de amor salvación que a cada uno corresponde dentro del hogar, de la sociedad y de la Iglesia.
Descubrir el hogar como comunidad de vida y de amor que educa para el amor.
2. La familia educadora en la fe
Educar en la Fe es ayudar, sostener y orientar en el camino del encuentro interpersonal con Cristo, Amor del Padre manifestado a los hombres.
Al acentuar la vivencia del Sacramento del Matrimonio, la familia es verdaderamente la Iglesia Doméstica, que se proyecta como signo de salvación integral. Esto requiere una actitud permanente de conversión personal y que la educación en la fe sea coeducación entre padres e hijos, en un clima de amor y de diálogo.
Para que la familia cumpla con su misión de educadora en la fe es necesario “dotarla de elementos que le restituyen su capacidad evangelizadora, de acuerdo con la Doctrina de la Iglesia (Familia, Medellín).
Educar en la fe es:
Ayudar, sostener y orientar en el camino del encuentro interpersonal con Cristo.
Acentuar la vivencia del Sacramento del Matrimonio.
Hacer de la familia una Iglesia Doméstica, signo de salvación integral.
Dotar a la familia de elementos que le restituyan su capacidad evangelizadora.
3. La familia, promotora del bien común
El que la familia del MFC sea promotora del bien común implica un cambio en lo personal y en lo familiar para:
Ser promotora del bien común por medio de una conversión que implique:
Realizar un cambio en lo personal y lo familiar para cooperar en la transformación hacia el desarrollo integral, por medio de unas estructuras sociales más justas.
Integrar a la familia en la labor pastoral de la Iglesia y en el proceso de liberación de todas las esclavitudes que nos atan.
4. Defensora de la vida
Ser una familia defensora de la vida comienza con valorar la vida y la familia misma. No se defiende lo que no se valora, y esta valoración debe ser tanto intelectual como del corazón y la experiencia. Los testimonios son fundamentales para aprender a valorar el don de la vida y la familia. Es importante hacer visibles las alegrías y bienes que traen los hijos… como respuesta a la propaganda que los presenta como problemas.