Bienvenidos a una comunidad de familias que caminan unidas, iluminadas por el Evangelio. Aquí encontrarás herramientas para fortalecer tu hogar, servir a otros y vivir la fe en acción. ¡Porque una familia unida es semilla del Reino de Dios!
118. Es característica esencial en el MFC la integración y el trabajo en equipos, que serán expresión cada vez más auténtica de comunidad cristiana abierta y eficaz.
2.1 El Equipo Base
119. Un Equipo Base es un conjunto de familias que unen sus esfuerzos en forma coordinada para alcanzar, dentro de un clima de trabajo que todos propician y del cual todos disfrutan, un objetivo común.
2.2 El Equipo Diocesano
120. El Equipo Diocesano lo forma un grupo de matrimonios y un sacerdote asesor, responsables de fomentar, promover y dirigir el MFC en la diócesis. Su labor es eminentemente de servicio más que de autoridad; este servicio se traduce en ayuda y colaboración a los matrimonios del Movimiento, para que estos logren los objetivos propuestos por el MFC, y en ser centro de unidad y coordinación. Cuenta con matrimonios encargados de apostolados específicos para lograr, por medio del Movimiento, el servicio a la comunidad.
2.3 El Equipo Nacional
121. El Equipo Nacional lo forma un grupo de matrimonios y un sacerdote asesor, encargados de orientar, promover y dirigir el MFC en cada país. Su labor es principalmente de unificación y servicio. En el Equipo Nacional los Equipos Diocesanos se hacen uno. Debe servir de puente entre el SPLA y los Equipos Diocesanos.
2.4 El Equipo SPLA
122. Secretariado del Movimiento para Latinoamérica. Su labor es unificar el Movimiento en el continente, sirviendo a los Equipos Nacionales como orientador y promotor del Movimiento. Prepara los Encuentros Latinoamericanos del MFC y está en constante comunicación con todos los países.
2.5 El Equipo Zonal
123. Es el que integra el coordinador de la zona respectiva en que están agrupados los países de América Latina, a efecto de coordinar las actividades del SPLA en cada zona. El coordinador de cada una de las cinco zonas en que se agrupan los países del continente es integrante del SPLA y es nombrado por el presidente de este.
2.6 Asamblea General Latinoamericana (AGLA)
124. La forman los presidentes y asesores de los distintos países, junto con el SPLA. Sus recomendaciones, acuerdos y resoluciones deben ser seguidos por todo el Movimiento.
3. ENCUENTROS
125. El MFC celebra periódicamente encuentros a nivel Diocesano, Nacional, Zonal y Latinoamericano. Estos no serán eventos paralelos al trabajo del Movimiento, sino que se situarán como una revisión de los mismos y una reflexión en línea prospectiva.
4. MEDIOS DE FORMACIÓN
126. El Movimiento cuenta con algunos instrumentos y técnicas para servir a sus miembros y a la comunidad en orden a la:
Llamamos utopía al ideal al que queremos llegar. No se trata de una fantasía inalcanzable, sino de un sueño realizable que aún no hemos logrado. Vemos al Movimiento Familiar Cristiano (MFC) dentro de una Iglesia nueva, inspirada en el Concilio Vaticano II, Medellín y Puebla, los Sínodos y los más recientes documentos del Magisterio.
El MFC necesita un cambio profundo para adecuarse a esta Iglesia viva, especialmente en el contexto latinoamericano. Un cambio que transforme a la persona, a la familia y, por medio de ella, a la sociedad. Este cambio se orienta a crear condiciones justas y humanas para el pleno desarrollo familiar en todos los ámbitos: socioeconómico, político, cultural y religioso.
En el centro de esta transformación está nuestra opción fundamental: Cristo, y el Cristo total, que es su Iglesia.
Evangelización de la familia: el centro de la misión
Esta opción se vive especialmente en el campo de la evangelización de la familia, según el espíritu de Evangelii Nuntiandi. El MFC propone como ideal la búsqueda de un amor auténtico que lleve a una vivencia profunda del bautismo en el sacramento del matrimonio. Así, el MFC sueña con:
Hombres identificados con el Evangelio, conscientes de que la educación en la fe dentro del hogar debe ser mutua: una coeducación donde todos enseñan y todos aprenden.
Familias comprometidas, que entienden el matrimonio no solo como experiencia personal, sino como una misión de amor social, abiertas al mundo y colaboradoras del Padre en la construcción de una humanidad más justa.
Familias austeras, que viven del trabajo honesto, superan el materialismo y el egoísmo, y comparten con los demás desde una auténtica escala de valores.
Familias responsables, que enfrentan los desafíos de su pueblo con valentía cristiana, denunciando injusticias y trabajando activamente por la civilización del amor.
Familias realistas y solidarias, que reconocen sus límites y los del MFC, y que se unen en comunidad para responder con fe a los cambios del mundo.
Equipos del MFC como verdaderas comunidades familiares, unidas entre sí local, nacional y latinoamericanamente, y abiertas a toda la Iglesia.
Familias presentes y activas en los espacios públicos y privados que promueven el bienestar familiar, llevando allí el mensaje cristiano.
Una familia-Iglesia doméstica, alimentada por los sacramentos, pero que parte de la familia real latinoamericana, incluso la familia incompleta, para ayudarla a transformarse con los valores del Evangelio.
Un MFC que no vive aislado, sino integrado en la pastoral familiar de la Iglesia, colaborando con los planes diocesanos y nacionales, y participando activamente en la vida parroquial.
Nuevas realidades, nueva evangelización
En el documento Complemento del SuSuSu, se reflexiona sobre cómo las transformaciones sociales de las últimas décadas han afectado la vida personal, familiar y espiritual. Frente a estas realidades, el MFC se propone asumir con valentía la Nueva Evangelización.
Uno de los pilares fundamentales del Movimiento es la solidaridad, entendida como comunión, compromiso y participación. Hoy, más que nunca, esta solidaridad necesita ser profundizada por todos los miembros del MFC.
Un ideal que nos pone en camino
No buscamos imponer un modelo único de familia. Cada familia y cada persona tiene el desafío de descubrir su potencial transformador para vivir de manera más humana y conforme al plan de Dios. Esta transformación se basa en la mística del MFC, que no es solo una idea, sino también un sentimiento compartido y una serie de acciones guiadas por los valores evangélicos.
Este epílogo de El MFC: su ser, su vida y su acción presenta una utopía viva, un ideal que nos inspira en nuestro apostolado. Queremos seguir siendo pioneros y profetas en el camino de la familia cristiana, sabiendo que:
“La utopía está en el horizonte. Me acerco dos pasos, camino diez, y el horizonte se corre diez pasos más allá. Por mucho que yo camine, nunca la alcanzaré. ¿Para qué sirve la utopía? Para eso sirve… para caminar.” — Eduardo Galeano
El MFC es un Movimiento Apostólico que promueve los valores humanos y cristianos de la familia, a través de un proceso de autoevaluación o autoformación no escolarizado.
1.1. Movimiento dinámico
Como todo movimiento es dinámico, esto es, que no está arraigado a las estructuras, tiene su propia mística y sus objetivos específicos y es evolutivo, pues se acomoda a las circunstancias del mundo y de la Iglesia.
1.2. Espiritualidad conyugal y familiar
Parte de la espiritualidad conyugal y familiar abierta al mundo en el que vive y se organiza para contribuir a capacitar a sus miembros para un compromiso consciente y permanente con Latinoamérica y la Iglesia, empleando diversos medios, según lo requieran las familias concretas a las que sirve. Fomenta una actividad que deben desarrollar sus miembros y dirigentes los cuales buscarán formar una comunidad abierta y eficaz, difundiendo el amor vivido personal y comunitariamente.
1.3. Unidad latinoamericana
La característica más esencial del MFC es su unidad latinoamericana, siendo uno en su estructura y en sus objetivos.
2. FAMILIAR
Está integrado por familias, asesoradas por sacerdotes, formando conciencia de comunidad eclesial, con sentido misionero, en actitud de servicio a la Iglesia y al mundo. Así, esta comunidad trabaja, en medio de la gran comunidad, por medio de la familia en actitud de búsqueda, inspirada en el carisma de la familia.
3. CRISTIANO
El MFC es un movimiento dentro de la Iglesia siempre renovada. Su razón de ser es asumir una parte de la misión de esa Iglesia, servidora del mundo.
3.1. Movimiento evangelizador
Es un movimiento evangelizador que está unido a la jerarquía, pero no depende directamente de ella. Según el Concilio Vaticano II, hay dos tipos de Movimiento de Laicos:
1º Aquellos que la jerarquía asocia estrechamente a su misión, recibiendo el nombre de “Mandato”.
2º Aquellos “constituidos por libre elección de los seglares y dirigidos por su prudente juicio. En determinadas circunstancias, la misión de la Iglesia puede cumplirse mejor con estas obras” (Cfr. A.A. N°24).
El MFC pertenece a este segundo tipo, el cual supone unos laicos adultos y corresponsables en la misión de la Iglesia y una jerarquía en actitud abierta y no paternalista.
Nota: En 1989, la Confederación Internacional de Movimientos Familiares Cristianos (CIMFC), de la cual es parte el MFC Latinoamericano, recibió de la Santa Sede, mediante Decreto, reconocimiento canónico como “Asociación Internacional de Fieles de Derecho Privado” con base en los cánones 298 a 312 y 321 a 330 del Código de Derecho Canónico, o sea que “es un Movimiento Evangelizador que está unido a la jerarquía, pero no depende directamente de ella” (SuSuSu #72).
3.2. Comunidad misionera
Esta comunidad cristiana del MFC debe ser misionera, anunciando la Buena Nueva en forma explícita, viva y comprometida.
3.3. Comunidad de fe
Debe ser una comunidad de fe, acogedora de la Palabra de Dios y del Magisterio de la Iglesia, expresada en la práctica de las virtudes evangélicas y el testimonio de una vida familiar.
3.4. Comunidad de amor
Debe ser una comunidad de amor, que tiene su origen en la llamada del Señor, a ser signo eficaz y circundante del amor universal de Dios a los hombres y la unión de Cristo con su Iglesia.
3.5. Comunidad de oración
Debe ser una comunidad de oración, para facilitar y aumentar la unión de sus miembros, convirtiéndose en un lugar de meditación de la Palabra y de la vida sacramental, para impulsar el compromiso apostólico y el testimonio de sus miembros.
3.6. Comunidad de evangelización y catequesis
Debe ser una comunidad de evangelización y catequesis para las familias que lo forman y para la sociedad. El MFC debe ser faro y mensaje creíble por la autenticidad de su testimonio y la novedad de su carisma.
1. Familia: Iglesia Doméstica al interior de sí misma
44. La familia “ha merecido muy bien, en los diferentes momentos de la historia y en el Concilio Vaticano II, el hermoso nombre de Iglesia Doméstica. Esto significa que en cada familia cristiana deberían reflejarse los diversos aspectos de la Iglesia entera” (E.N. 71), lo cual supone la vivencia familiar de la fe, la esperanza y el amor, que se han de expresar entre otras formas, en la liturgia familiar, en la comunión y participación y en la reconciliación.
45. En la familia cristiana encuentran su pleno desarrollo cuatro relaciones fundamentales de la persona humana: “paternidad, filiación, hermandad, nupcialidad. Estas mismas cuatro relaciones componen la vida de la Iglesia: experiencia de Dios como Padre, experiencia de Cristo como hermano, experiencia de ser hijos en, con y por el Hijo, experiencia en Cristo como esposo de la Iglesia. La vida en familia produce y participa en pequeño estas cuatro experiencias fundamentales; cuatro rostros del amor humano” (Puebla 583). Porque “La familia es imagen de Dios, que en su misterio más íntimo no es soledad, sino una familia. Es una alianza de personas a la que se llega por vocación amorosa del Padre, que invita a los esposos a una íntima comunidad de vida y de amor” (Puebla 582). Lo anterior manifiesta la importancia de la espiritualidad conyugal para la Iglesia Doméstica, que hunde sus raíces en el misterio trinitario.
46. En la trama de la existencia familiar se dan a la vez luces y sombras, dolores y gozos, fracasos y esperanzas, que son participación de la familia en el misterio pascual de Cristo, misterio de Muerte y Resurrección.
2. Familia: Iglesia Doméstica como evangelizadora
47. La familia, Iglesia Doméstica, se va haciendo evangelizadora tanto dentro de ella como hacia la comunidad, anunciando la Buena Nueva a través del testimonio, la proclamación explícita del mensaje de Jesús, en unión con la Iglesia, y como partícipes en la construcción del Reino (E.N. 21, 22, 23, 24).
48. “La familia, al igual que la Iglesia, debe ser un espacio donde el Evangelio es transmitido y desde donde este se irradia” (E.N. 71).
49. Para la realización de la persona es fundamental que al interior de la familia cada uno dé, a través de su amor, la Buena Nueva del amor de Dios como mensaje de salvación. “Dentro pues de la familia… todos los miembros de la misma evangelizan y son evangelizados. Los padres no solo comunican a los hijos el Evangelio, sino que pueden, a su vez, recibir de ellos este mismo Evangelio profundamente vivido” (E.N. 71).
50. Hacia la comunidad, la familia, como Iglesia Doméstica está llamada a ser evangelizadora, profética y liberadora (Cfr. Puebla 591).
51. La familia no podrá transmitir la fe si esta no está arraigada en lo profundo e identificada con la vida, para poder proponerla en un diálogo abierto al mundo y a su momento histórico insertándose en los acontecimientos y comprometiéndose con el hombre y su historia.
52. La familia, Iglesia Doméstica, responde “aquí y ahora” a la interpelación del Señor. Para ello debe escrutar los signos de los tiempos y conocer la realidad en que vivimos y viven nuestros hermanos, concientizándose de la situación de injusticia de todo orden (religioso, social, cultural, económico y político) con el fin de anunciar en esta realidad la salvación de Cristo, y denunciar todo aquello que va contra la dignidad de la persona humana: “¿cómo proclamar el mandamiento nuevo, sin promover, mediante la justicia y la paz, el verdadero, el auténtico crecimiento del hombre?” (E.N. 31).
3. El MFC, medio eficaz para vivir Iglesia Doméstica
53. El MFC busca ser medio eficaz para que la familia vaya entendiendo lo que significa la espiritualidad conyugal y la Iglesia Doméstica, capacitándola para que viva esta espiritualidad entre sus miembros, y también con otras familias, con el fin de que puedan servir a la misión que toda Iglesia tiene que realizar (Cfr. A.A. 19).
Con este fin se procura:
Buscar medios para que se viva la espiritualidad conyugal.
Tratar de que sus miembros logren una vida integral en la que se rompa el dualismo: fe y vida.
Hacer conscientes a sus miembros de lo que significa que la familia es Iglesia Doméstica, donde se vive el vínculo del amor, de comunidad y vida, de fe y de oración, de testimonio y compromiso.
Encontrar medios para que la familia, Iglesia Doméstica, no sea una isla, sino que debe integrarse a otras familias, para vivir una auténtica vida de comunidad cristiana, con el fin de obtener elementos para ser fermento en la comunidad.
Los laicos, que desempeñan parte activa en toda la vida de la Iglesia, no solamente están obligados a cristianizar el mundo, sino que además su vocación se extiende a ser testigos de Cristo en todo momento en medio de la sociedad humana.
Dice el Concilio: «La vocación cristiana, por su misma naturaleza, es también vocación al apostolado» (Decr. Apostolicam actuositatem [AA], 2). Se trata de una llamada que es común, «como común es la dignidad de los miembros, que deriva de su regeneración en Cristo; común la gracia de la filiación; común la llamada a la perfección: una sola salvación, única la esperanza e indivisa la caridad» (LG, 32)
La vocación al apostolado se identifica con la vocación cristiana, comunica el espíritu que recibió a través del testimonio y por la Palabra (LG 33).
Los laicos, que desempeñan parte activa en toda la vida de la Iglesia, no solamente están obligados a cristianizar el mundo, sino que además su vocación se extiende a ser testigos de Cristo en todo momento en medio de la sociedad humana (LG 33).
Los laicos consagran el mundo a Dios (LG 34); comprometidos con el trabajo, con la cultura y con la sociedad, dilatan el Reino de Dios (LG 36).
En la Constitución Pastoral Gaudium et Spes se pide a los matrimonios cristianos el compromiso de transformar las estructuras (N° 43).
En la Apostolicam Actuositatem “los laicos deben tomar conciencia de la riqueza de los carismas que recibieron del Espíritu Santo y los pastores no deben tener miedo de reconocer y valorar esa riqueza, en la tarea de examinar todo, sin extinguir el Espíritu” (3) y más adelante… “para lograr con mayor felicidad los fines de su apostolado, puede resultar conveniente que las familias se reúnan en asociaciones…” reconociendo algo que ya se está realizando.
En 1967 Paulo VI visita las Naciones Unidas y da a conocer Populorum Progressio.
En Medellín se define la misión de la familia como “formadora de personas, educadora en la fe y promotora del desarrollo (III.2) que posteriormente el Santo Padre Juan Pablo II reafirma en Familiaris Consortio (N° 17) cuando menciona los “cuatro cometidos generales de la familia: formación de una comunidad de personas, servicio a la vida, participación en el desarrollo de la sociedad y participación en la vida y misión de la Iglesia”. “Ser Iglesia Doméstica es ser el lugar donde se edifica la santidad y desde donde el mundo y la Iglesia pueden ser identificados” (FC 55).
La Evangelii Nuntiandi (N° 70) dice de los laicos “…el campo propio de su actitud evangelizadora es el mismo mundo vasto y complicado de la política, de la realidad social, y de las artes, de la vida internacional, de los medios de comunicación social y el amor, la familia, la educación de los niños y adolescentes, el trabajo profesional y el sufrimiento…” y el número siguiente… (71) “no se puede dejar de realizar la acción evangelizadora de la familia”.
En Puebla (793) se le recuerda al laico que debe actuar como fermento en la masa, allí debe testimoniar su fe y construir el Reino. Para el cristiano no basta la denuncia de injusticias; a él se le pide que sea verdadero testimonio y agente de justicia.
En diciembre de 1988 se da a conocer la Exhortación Apostólica Christifidelis Laici que, haciendo mención al Sinodo realizado el año anterior, dice: “estuvo presente una calificada representación de fieles laicos, hombres y mujeres que dieron una preciosa contribución a los trabajos del Sínodo” (N° 2). Más adelante, “en virtud de su dignidad bautismal común, el fiel laico es corresponsable juntamente con los ministros ordenados y con los religiosos y religiosas, por la misión de la Iglesia” (N° 15).
En Centessimus Annus Juan Pablo II señala: “… la primera estructura fundamental a favor de la “ecología humana” es la familia, en cuyo seno el hombre recibe las primeras nociones sobre la verdad y el bien, aprende qué quiere decir amar y ser amado, y, por consiguiente, qué quiere decir en concreto ser persona… la familia constituye la sede de la cultura de la vida” (N° 39).
“Dado que los designios de Dios sobre el matrimonio y la familia afectan al hombre y a la mujer en su concreta existencia cotidiana, en determinadas situaciones sociales y culturales, la Iglesia, para cumplir su servicio, debe esforzarse por conocer el contexto dentro del cual el matrimonio y familia se realizan hoy. Este conocimiento constituye consiguientemente una exigencia imprescindible de la tarea evangelizadora…” (FC 4).
En el mundo del Movimiento Familiar Cristiano (MFC), existe un tesoro que ha marcado la diferencia en la vida de miles de familias: SUSUSU. Este libro no es solo una publicación más, sino la brújula que orienta el camino espiritual y apostólico de toda la membresía del MFC Latinoamericano.
Un Valor Incalculable para la Comunidad
La importancia de SUSUSU trasciende las páginas impresas. Se ha convertido en la herramienta fundamental que el SPLA y cada país del MFC Latinoamericano utilizan para orientar sus acciones. Su valor radica en la didáctica y practicidad que ofrece, características que lo han posicionado como una guía no solo adecuada, sino suficiente para el crecimiento espiritual y comunitario.
La estructur: Su Ser, Su Vida y Su Acción
Su Ser: la esencia del MFC
En la primera parte, SUSUSU nos sumerge en la identidad profunda del Movimiento Familiar Cristiano. No se trata simplemente de conocer datos históricos, sino de conectar con la visión auténtica que ha guiado al MFC desde sus inicios hasta nuestros días.
Esta sección nos revela:
La mística que nos inspira
El carisma que nos distingue
Los objetivos que nos movilizan
Las características que nos definen
Es aquí donde cada emefecista encuentra las raíces de su vocación y comprende el “por qué” de su llamado al servicio familiar.
Su Vida: la metodología que transforma
La segunda parte constituye el corazón pedagógico de SUSUSU. Nos introduce en la metodología genuina del MFC, esa forma única de formar y acompañar que debe ser respetada y contemplada por todos los países miembros.
Esta metodología no es solo un conjunto de técnicas, sino un proceso integral de:
Formación humana y espiritual
Crecimiento personal y comunitario
Preparación de futuros servidores
Desarrollo del liderazgo cristiano familiar
Cada emefecista que pasa por este proceso no solo se forma para servir dentro del MFC, sino que se prepara para ser luz en su parroquia y comunidad local.
Su Acción: Las puertas del apostolado
La tercera sección abre un horizonte infinito de posibilidades. SUSUSU nos presenta las diversas puertas del apostolado, invitándonos a trabajar activamente por el bienestar de las familias y los jóvenes.
Esta parte del libro nos desafía a:
Conocer los diversos campos de acción del MFC
Comprometernos con áreas de servicio específicas
Reconocer que el trabajo con familias y jóvenes es inagotable
Asumir nuestro rol como agentes de transformación social
Un impacto medible y profundo
Lo que hace verdaderamente especial a SUSUSU es que ha sido estudiado y profundizado por toda la membresía del MFC. No es teoría abstracta, sino sabiduría vivida, probada y refinada por miles de familias que han encontrado en sus páginas el camino hacia una vida más plena y comprometida.
Testimonios Silenciosos
Cada país del MFC Latinoamericano que ha implementado las enseñanzas de SUSUSU puede dar testimonio de:
Familias restauradas y fortalecidas
Jóvenes con propósito y dirección clara
Comunidades más unidas y solidarias
Líderes formados con visión cristiana integral
Una Invitación al Crecimiento
SUSUSU no es solo un libro para leer, sino para vivir. Es una invitación constante al crecimiento, un desafío permanente a la excelencia espiritual y un recordatorio de que nuestro compromiso con las familias y los jóvenes es una vocación que trasciende el tiempo.
En un mundo donde las familias enfrentan desafíos sin precedentes, SUSUSU se presenta como un faro de esperanza, una guía confiable que ha demostrado su eficacia a lo largo de los años.
El Legado Continúa
Hoy, más que nunca, el MFC Latinoamericano necesita líderes formados con la solidez que ofrece SUSUSU. Cada página de este libro es una semilla de transformación, cada concepto es una herramienta para el cambio, cada metodología es un puente hacia familias más fuertes y jóvenes más comprometidos.
SUSUSU no es solo el pasado del MFC; es su presente vibrante y su futuro prometedor. Es la demostración de que cuando se combina la sabiduría espiritual con la practicidad metodológica, el resultado es una transformación auténtica y duradera de personas, familias y comunidades enteras.
¿Has experimentado ya la transformación que ofrece SUSUSU? La aventura apenas comienza.
Primer Módulo del Taller de Kerygma – MFC Paraguay
31 Mayo – 1 Junio 2025
Primer Módulo del Taller de Kerygma
Escuela MFC PY – Área Predicadores
📍 Casa de Retiro San Rafael – Congregación Verbo Divino
✨
Una experiencia transformadora
El fin de semana del 31 de mayo y 1 de junio de 2025 marcó un hito importante en la formación de nuestros predicadores del Movimiento Familiar Cristiano de Paraguay. En la serena Casa de Retiro San Rafael de la Congregación Verbo Divino – Arquidiócesis, se llevó a cabo el primer módulo del Taller de Actualización de Kerygma, dando inicio a un proceso formativo que promete profundizar la capacidad evangelizadora de nuestros hermanos predicadores.
🎯 Objetivo del primer módulo
Este encuentro inicial tuvo como propósito establecer las bases sólidas para la actualización del mensaje kerygmático, proporcionando a los participantes las herramientas necesarias para una predicación más efectiva y contextualizada en nuestros tiempos.
🎓
Actividades desarrolladas
📖 Profundización teológica
Estudio intensivo del mensaje esencial del Kerygma cristiano y su relevancia en la evangelización familiar contemporánea.
🔄 Actualización metodológica
Renovación de conocimientos y técnicas de predicación adaptadas a los desafíos pastorales actuales.
💬 Intercambio fraterno
Espacios de diálogo para compartir experiencias, testimonios de fe y mejores prácticas en el ministerio de la predicación.
🤲 Fortalecimiento comunitario
Actividades diseñadas para fortalecer los lazos de comunión y colaboración entre los predicadores del movimiento.
🔥 Renovación del compromiso
Momentos de oración y reflexión para reavivar la pasión evangelizadora y el compromiso con las familias.
🙏 Dimensión espiritual
Celebraciones eucarísticas, adoración al Santísimo y momentos de oración personal y comunitaria.
🏡
El ambiente propicio
La Casa de Retiro San Rafael proporcionó el marco perfecto para este encuentro formativo. Su ambiente de recogimiento y paz, rodeado de la naturaleza y con espacios diseñados para la oración y la reflexión, permitió que cada participante pudiera abrirse plenamente a la acción transformadora del Espíritu Santo.
🌟 Testimonios de los participantes
“Este primer módulo nos ha recordado la belleza y la urgencia del mensaje kerygmático. Nos vamos renovados y con herramientas concretas para ser mejores predicadores en nuestras comunidades.”
– Participante del taller
Id por todo el mundo y proclamad el Evangelio a toda criatura
Marcos 16,15
📈
Proyección y continuidad
Este primer módulo representa solo el comienzo de un proceso formativo integral. Los participantes han demostrado un entusiasmo y compromiso que augura excelentes frutos para los próximos encuentros. El programa completo está diseñado para proporcionar una formación progresiva y sistemática que responda a las necesidades pastorales actuales.
🗓️ Próximos módulos
La Escuela MFC PY del Área Predicadores continuará con los siguientes módulos del taller, manteniendo la misma calidad formativa y el ambiente de fraternidad que caracterizó este primer encuentro. Las fechas se anunciarán próximamente.
💙 Agradecimientos
Expresamos nuestra profunda gratitud a todos los facilitadores, organizadores y participantes que hicieron posible este primer módulo. Su dedicación, entusiasmo y apertura son testimonio vivo del amor de Cristo que nos impulsa a seguir predicando la Buena Nueva en nuestras familias y comunidades.
FacilitadoresOrganizadoresParticipantesCasa San RafaelCongregación Verbo Divino
🌟 Oración final
Que el Señor continúe bendiciendo abundantemente el ministerio de nuestros predicadores y que el fruto de este primer encuentro se multiplique en cada hogar y corazón que toquen con su testimonio, mientras esperamos con expectativa los próximos módulos de formación.
🚀 ¡El camino continúa!
Este es solo el primer paso de un hermoso camino de formación. Te invitamos a seguir acompañándonos en los próximos módulos y a ser parte de esta renovación evangelizadora.
Es una exigencia de los movimientos familiares presentar un Cristo auténtico dentro de la Iglesia por Él fundada y servir a la gente como verdaderos caminos de santidad. Ciertamente, hay familias “sanas y fuertes” que son objeto y sujeto de evangelización, pero también crece el sector de familias con dificultades. Desde la “opción preferencial por los pobres”, los movimientos familiares encuentran allí un campo propicio para la Nueva Evangelización.
Es por eso que la metodología de la Nueva Evangelización aplicada a la Pastoral Familiar, de la que el MFC es parte, apunta a lo grupal y participativo, donde se aporta la vivencia de las propias realidades y se ayudan unos a otros, iluminados por la Palabra de Dios, a encontrar las respuestas y los compromisos a que los llama la fe.
Es entonces, desde el núcleo familiar, donde se proyectan con fuerza a cambiar el mundo desde dentro. Por ello, al “hacer de la Iglesia la casa y la escuela de comunión”, ¡con qué fuerza deberá tomarlo la familia como “Iglesia Doméstica”, para ser la matriz de donde se alimenta esa espiritualidad que irradia al cuerpo eclesial y al mundo entero! El MFC no puede quedar afuera ignorando estas realidades.
Debe, una vez más crear un espíritu crítico para analizarlas, con técnicos que tengan en cuenta los valores éticos, morales y lo que la Iglesia ya haya aportado dentro de su magisterio, para ser portadores de la palabra justa y sensata, que promueva siempre una opinión formada que responda al Mensaje de Salvación.
El MFC tampoco debe quedarse en proteger a las familias contra las influencias disgregadoras que el mundo ejerce sobre ellas, sino preparar a las familias para que se incorporen críticamente al mundo, siendo parte de sus estructuras sociales intermedias, influyendo en las actividades educativas, políticas y promocionales en búsqueda de transformaciones sociales capaces de permitir que todas las familias se realicen plenamente como auténticas familias.
El progreso de las ciencias humanas y de la técnica, la complejidad del mundo moderno, su acelerada evolución y rápidas transformaciones que alteran los valores sociales, culturales y religiosos, obligan al MFC a mantenerse en atenta observación crítica de esos fenómenos, analizándolos permanentemente, para descubrir las respuestas que cada momento exige. (Aquí y ahora #3).
OPCIÓN PEDAGÓGICA
Todo esto tiene que ver con la opción pedagógica que el MFC asume para su misión evangelizadora “anunciando la Buena Nueva del Reino de Dios, que se hace presente en el mundo cada vez que la Justicia y la fraternidad irrumpen y se manifiestan donde predominaba la injusticia, el desamor, la dominación y la opresión.
Se trata de comunicar a todos que el Plan de Dios para los hombres es su plena humanización. Con ella se edifica el Reino anunciado, que solo se realizará a plenitud al final de los tiempos, pero que se va haciendo en el curso de la historia mediante conquistas parciales y limitadas. El MFC proclama que aunque el Reino en su plenitud sea un don de Dios, su construcción a lo largo de la historia es una misión delegada al hombre.
Considera, al mismo tiempo, que no existen acciones neutras en la búsqueda de soluciones para los problemas humanos; toda solución será siempre más o menos humanizadora o deshumanizadora. De este modo, no hay separación posible entre fe y vida; todas las acciones humanas están referidas a la construcción del Reino de Dios, contribuyendo o conspirando contra la realización del proyecto de Dios.
Por esto, el MFC, en su acción pedagógica, busca la integración entre fe y vida, superando toda forma de dualismo e iluminando la búsqueda de soluciones a los problemas humanos con la Palabra de Dios, la cual orienta siempre las acciones humanas hacia los caminos de humanización del hombre.
Las referencias bíblicas sistemáticamente utilizadas para iluminar la búsqueda de soluciones a los problemas humanos, contribuyen a que los que participan en ella comprendan progresivamente la historia de la Salvación-Liberación. Así, la OPCIÓN PEDAGÓGICA del MFC es simultáneamente y en forma integrada, pedagogía de la fe cristiana, desde la Creación hasta la Salvación-Liberación de Jesucristo.
Por ser un movimiento familiar, la familia y su problemática reciben atención especial en la acción pedagógica del MFC. Sin embargo, el MFC está igualmente atento al riesgo del “familismo” que pretende poner a la familia como fin de su acción. El objetivo final del MFC es el anuncio y la construcción del Reino; al movilizar y preparar a las familias para que sean efectivas y eficaces en esa misión, la familia no constituirá un fin en sí misma, sino un medio para la realización del objetivo final: la construcción del Reino.
Para alcanzar ese objetivo, el MFC procura articular estrechamente el campo de la problemática familiar con el universo más amplio de la problemática social, denunciando los mecanismos socioeconómicos, políticos y culturales que condicionan el comportamiento y las relaciones al interior de la familia, que generan los problemas a los cuales se busca solución.
Dicha articulación entre lo familiar y lo social debe motivar acciones concretas y efectivas por parte de las familias sobre el ambiente y las relaciones sociales más amplias, con el fin de neutralizar sus presiones disgregadoras, raíces de los problemas familiares.
La comprobación de esas presiones disgregantes apunta hacia la responsabilidad social de la familia. Con ella se concreta su inserción en la misión de construir el Reino de Dios, asumiendo la lucha por la creación de una sociedad más justa y más fraterna, en la cual todas las familias tengan posibilidades de realizarse como tales y de cumplir su función social.
En esta opción pedagógica del MFC, los destinatarios de su acción de formación son también sujetos del proceso. Corresponde a los agentes o animadores iluminar el camino, al asumir la función de integrar fe y vida, familia y sociedad. Esta perspectiva requiere metodologías adecuadas para la participación activa de todos los que están involucrados en el proceso pedagógico. La opción pedagógica del MFC se resume en la profunda interacción entre Fe y vida, entre el universo familiar y el social, que lleva a asumir libremente la responsabilidad de la construcción de un mundo más justo y más fraterno en la perspectiva de la fe” (Aquí y Ahora Nº 5).
La solidaridad es una virtud cristiana, la cual debemos aplicar en todos los actos de nuestra vida diaria. En el Evangelio observamos una total identificación entre Jesús y el pobre (Mt 25, 31-46). La solidaridad como valor fundamental de las personas ha estado presente desde el inicio de la Doctrina Social de la Iglesia (Encíclica Rerum Novarum del Papa León XIII en 1891) y ha logrado su máximo desarrollo en la encíclica Sollicitudo Rei Socialis (1987) de Juan Pablo II con la cual celebró los 20 años de Populorum Progressio (1967) de Pablo VI. En su encíclica, Juan Pablo II propone un nuevo sistema de valores basados en la solidaridad como actitud propia del que se siente responsable de los demás y nunca en competencia con ellos.
1. SOLIDARIDAD EN EL MFC
El MFC, a lo largo de medio siglo de apostolado familiar y en completa sintonía con la Iglesia Latinoamericana (Medellín, Puebla y Santo Domingo), ha asumido “el compromiso con la liberación y promoción integral del hombre que exige una doble acción: profética y liberadora, en una opción de preferencia y solidaridad con los pobres” (SuSuSu # 163) y esto se refleja en su opción pedagógica y en su proceso de formación.
La situación económica, social, política y cultural existente en toda la región latinoamericana que hemos visto explicitada en otros capítulos de este Complemento está afectando negativamente la célula básica de la sociedad, lo cual nos indica claramente que nuestra misión de evangelización de las familias debe incrementarse, no disminuir.
En el MFC la familia no es solo objeto de su acción pastoral, sino que también es agente de la misma. (SuSuSu #150) Por eso, al ingresar al MFC, la familia inicia un proceso de conversión que debe llevarla a actitudes concretas y a acciones apostólicas. En otras palabras, la familia se solidariza con la causa de Jesús, la construcción del Reino de Dios, que es la causa del MFC. Esta solidaridad implica no solo el compromiso social con nuestros hermanos más necesitados y la transformación de la realidad circundante, sino el compromiso con nuestro Movimiento que necesita del aporte voluntario y generoso de todos sus miembros para sostener su acción permanente a favor de las familias.
2. COMPROMISO DE SERVICIO
Dios nos regala a cada persona una serie de dones para que los desarrollemos y pongamos al servicio de los demás. “Que cada uno sirva a sus hermanos, según la capacidad que Dios le ha dado, como buen administrador de los varios dones de Dios” (1 Pe 4, 10). Tenemos dones o bienes materiales como el dinero y bienes humanos como la inteligencia, los conocimientos, tiempo y capacidad. Para poder cumplir con su objetivo de servir a la familia trabajando en su evangelización, el MFC ofrece a todos sus miembros la oportunidad de formarse en la acción para compartir con los demás su tiempo, sus capacidades y sus talentos. Servir es aprender a dar y recibir, es aprender a hablar y escuchar. Es aprender a ser solidarios sin crear dependencia. Servir en el MFC es seguir a Jesús. “A imitación del Hijo del Hombre, que no vino para que lo sirvan, sino a servir” (Mt 20, 28).
En toda organización como en el MFC es imprescindible el relevo generacional en sus estructuras y en los servicios que presta. Hay que recordar que “la mies es mucha y los obreros pocos” (Mt 9, 37). Es el Señor que nos llama a trabajar por su Reino.
3. USO CRISTIANO DE LOS BIENES MATERIALES
En el MFC, el proceso de transformación que se opera en las personas debe llevarnos a ser HOMBRES Y MUJERES NUEVOS (SuSuSu # 146). Como en las primeras comunidades cristianas “donde no había ningún necesitado” (Hch 4, 34), en el MFC aspiramos a que, mediante aportes voluntarios y generosos de los miembros, se logren los recursos suficientes para cubrir las necesidades del Movimiento a todos los niveles (equipo base, zona, diócesis, país, SPLA) de manera que la falta de recursos no sea un obstáculo para llevar la Buena Noticia a todos los rincones del continente latinoamericano.
Lo que cada miembro pueda ofrecer con amor, no importa si es poco, si lo ofrece con el sacrificio de sus propias necesidades, y no de lo que le sobra, su aporte será tan valioso como el de los demás (Lc 21, 1-4). Al administrar el dinero de todos, el MFC actúa como “nivelador” y signo de justicia. Cada quien aporta según sus posibilidades pero todos reciben las mismas atenciones y calidad de servicio (Preinscripción, MFC México).
La característica más esencial del MFC es su unidad latinoamericana, siendo uno en su estructura y en sus objetivos (SuSuSu # 69). Por eso, El MFC Su Ser, Su Vida y Su Acción (#122) establece que “en los gastos del SPLA serán corresponsables los Equipos Nacionales, o sea, todos los miembros del MFC en Latinoamérica”.
4. EXIGENCIAS DEL COMPARTIR
El poner en común los bienes requiere, además de espíritu desprendido y solidario, cualidades de responsabilidad y de organización (comentario 758 Biblia Latinoamericana). Para poder realizar nuestra labor apostólica eficazmente, es recomendable que a todos los niveles del MFC se preparen y den a conocer los planes de trabajo y que se presenten con regularidad informes sobre su desarrollo y el uso de los bienes materiales.
La solidaridad vivida como exigencia del Evangelio nos lleva, a través de nuestras obras, a ser coherentes con lo que decimos y hacemos, ayudando a que todos se sientan colaboradores en la búsqueda del bien común y en la construcción del Reino.
Las Necesidades de la Familia como Transmisora de la Fe
Reflexiones sobre la evangelización, educación y espiritualidad familiar en el mundo contemporáneo
📖
Evangelización de la Familia
En el mundo actual, la familia enfrenta desafíos únicos en su misión evangelizadora. Los cambios sociales y culturales han creado nuevas necesidades que requieren una aproximación renovada al mensaje del amor y la salvación.
Desafíos principales: Las dificultades para transmitir el mensaje de amor-salvación tanto dentro del núcleo familiar como hacia una sociedad marcada por el pecado, la injusticia y la opresión.
Finalizando el siglo XX, impregnado de materialismo, el ser humano busca espacios que llenen sus vacíos existenciales. Como consecuencia, se observa la expansión de sectas, espiritismo y devociones populares que prometen soluciones rápidas sin mayor esfuerzo.
La nueva evangelización ofrece nuevos instrumentos para presentar, encarnar, vivir y proclamar la Palabra de Dios, constituyendo un desafío para las familias modernas.
🎓
Educación de la Fe
La desaparición de la llamada “era de cristiandad” ha generado necesidades específicas en la educación de la fe. Las familias deben educar para que la fe sea una opción libre, personal y consciente.
Las familias enfrentan la realidad de no poder transmitir la fe de la misma manera como la recibieron, especialmente cuando esta no está arraigada en la vida y comprometida con el ser humano.
Desafío central: La sacramentalización sin evangelización, vivida especialmente en un continente con inquietudes religiosas, pero cuya fe es en general superficial y aún supersticiosa.
👥
Tipos de Cristianos en América Latina
La renovación iniciada con el Vaticano II, Medellín y Puebla ha generado diversos tipos de respuesta cristiana en nuestro continente:
Religiosidad Popular
Responde tradicionalmente a costumbres lugareñas, a veces con elementos sincréticos de culturas indígenas y afro.
Conservadores
Buscan recuperar espacios ante la pérdida de valores considerados fundamentales.
Tradicionalistas
Mantienen una línea verticalista, apegados estrictamente a la jerarquía.
Comprometidos
Se esfuerzan por encarnar el Evangelio en la cultura popular y hacer realidad la opción por los pobres.
Clericalistas
Su compromiso se centra en apoyar al sacerdote, convirtiéndose en “ayudantes del cura”.
Buscadores
Desean profundizar su fe compartiendo experiencias de vida en grupos y comunidades.
⛪
La Iglesia Doméstica
En un mundo de cambios rápidos, la familia necesita revalorizar su misión como Iglesia Doméstica, constituyendo un punto de apoyo, oración y apostolado para ser una célula viva de la Iglesia.
La familia cristiana es “Iglesia Doméstica”, primera comunidad evangelizadora. Es necesario hacer de la pastoral familiar una prioridad básica, sentida, real y operante.
El Movimiento Familiar Cristiano (MFC) ha sido pionero en promover el apostolado familiar y la espiritualidad conyugal, adelantándose al reconocimiento oficial de la familia como “Iglesia Doméstica”.
✨
Espiritualidad Encarnada
La espiritualidad no es solo una parte de la vida, sino una vida entera guiada por el Espíritu de Jesús. No se aparta de la vida cotidiana ni de las ocupaciones, profesiones u oficios.
Características de la espiritualidad encarnada:
Contempla la Gloria de Dios en cada persona, en la historia y en la creación
Asume la cultura, la historia y el lugar geográfico
Transforma los elementos negativos en vida nueva
Realiza signos de salvación y santidad en la condición humana
Esta espiritualidad integrada contempla las dimensiones humanas: corporeidad, afectividad, emociones, racionalidad, creatividad y sociabilidad, sin evadir la historia ni la responsabilidad hacia los necesitados.
❤️
La Familia y la Espiritualidad
La experiencia familiar embebida de esta espiritualidad es rica en vivencias y relaciones igualitarias, promotoras del respeto a la dignidad y las diferencias. Posibilita un diálogo real y la participación de todos los integrantes.
Los laicos, hombres y mujeres, deben hacer del hogar, de la cátedra, del centro laboral el verdadero altar de la vida, testimoniando con la propia vida y dando a conocer el rostro de Dios-Amor.
Esta espiritualidad vivida permite ser protagonistas de una historia en construcción junto a otros cristianos y no cristianos, construyendo condiciones más humanas en este mundo y globalizando la esperanza y la solidaridad.